Formación para formadores: ¿cómo crear temario didáctico y útil?
Ser formador es de las ocupaciones más vocacionales que existen: cualquier trabajador puede ser mejor o peor en el desempeño de su oficio pero en el caso de los docentes el componente de querer transmitir el máximo conocimiento, ser empático y disfrutar con lo que se expone son factores clave.
Así, la diferencia entre un buen formador y uno deficiente radica en la voluntad que tenga para que su trabajo en el día a día dé sus frutos: que su alumnado salga de las clases con las herramientas y el conocimiento necesario para completar su formación profesional. Y todo ello pasa por la redacción de un buen temario.
¿Cómo se puede asegurar un formador de crear un temario lo más didáctico y útil posible?
5 Claves para la elaboración de temario por parte de formadores
Investiga, copia y aporta
Puede resultar extraño que en una entrada en la que se insta a crear temario didáctico y útil, que se sobreentiende que pasa por la diferenciación de lo que encontramos en otros centros o en el propio internet, comencemos con el verbo “copiar”.
No se trata de hacer el clásico (y reprochable) copy-paste, sino de tomar lo mejor y los conceptos claves mediante los cuales articular nuestro propio temario.
La obsesión por querer hacer algo fresco e innovador nos puede llevar a intentar “redescubrir la rueda” cuando no debemos olvidar que un buen aprendizaje se basa en mostrar lo mejor de cada campo, y al inicio de nuestra andadura como formadores, sería irresponsable e irrespetuoso pensar que somos nosotros mismos.
Eso no quita que una vez tengamos una buena base sobre las teorías claves de cada campo, aportemos nuestra experiencia propia y profesional, la cual podemos aplicar mediante el siguiente punto.
Ponte en la piel de tu alumnado
Todo el que tenga un mínimo conocimiento sobre conceptos de posicionamiento SEO sabe que tan importante como optimizar una página para que aparezca en Google es que el contenido sea eficaz para el lector. Lo mismo ocurre con nuestro temario para el alumnado.
No basta con que definamos conceptos, sino que nos aseguremos que cada tema expuesto es comprensible y aporta mucho más a nivel práctico que si nuestros pupilos hubiesen hecho cualquier búsqueda en internet o a través de Wikipedia.
Ese aporte extra tiene que venir de nuestra figura como formador: no hagas leer a tus alumnos, haz pensar y comprender a tus alumnos.
Estructura bien tu temario
Un temario no es un cuento que deba tener únicamente su comienzo, nudo y desenlace: un temario se debe materializar de forma que a medida que avance, se vaya comprendiendo todo lo expuesto mientras se van sumando nuevos conocimientos que aportan más que entorpecen la comprensión.
Por ello, nuestros temarios deberían seguir un “modelo cebolla”, mediante el cual primero se rasca la superficie del tema tratado para, poco a poco y siempre acompañando a los alumnos sin que pierdan detalle, profundizar asegurándonos que a medida que avanzamos, se va afianzando el conocimiento.
Riégalo bien de recursos
Para que este avance paso a paso, capa a capa, sea lo más eficaz posible, no deben faltar ejemplos prácticos, reconocibles y comprensibles que sirvan de apoyo al texto y a la lección.
Normalmente lo que leemos tiene caducidad: estamos tan expuestos a tantos estímulos a día de hoy, que cada vez nos cuesta mucho más retener en la memoria un simple párrafo con una definición si no nos esforzamos para ello, y técnicas como la repetición pueden ser válidas para que una vez llegado un examen, permanezca, pero se desvanecerá al poco de haberlo aprobado.
Sin embargo, si recurrimos a los mismos estímulos que nos entretienen en el día a día como ejemplos, estos permanecerán de forma natural. Vídeos, sucesos en redes sociales, links a noticias actuales… pueden ser unos buenos recursos de apoyo para tu temario.
Retócalo cada vez que sea necesario
El último mandamiento que te pueda hacer alcanzar el temario perfecto es de los más importantes: nunca por mucho que nos hayamos esforzado en ello, podemos dar un temario por definitivo cuando lo creamos.
La actualidad manda, y si queremos que esos recursos y ejemplos sean eficaces por siempre, no nos queda otra que revisarlos y actualizarlos tantas veces como sea necesario.
Por otra parte, otra práctica de docente poco comprometido es aquel que solo atiende a sus preceptos y no tiene en cuenta las necesidades de sus alumnos a cada momento. Por ello, si detectamos que ciertas partes no gustan o no se asimilan como se debe, es nuestra obligación revisarlas y mejorarlas. Estate muy atento del feedback que puedas obtener del alumnado al final de cada lección para ello.