¿En qué consiste el mindfulness y por qué lo necesitas?
Yoga, estiramientos, pilates… Son muchas y recomendadas las prácticas que ponen en conexión cuerpo y mente que nos ayudan a relajarnos y escapar del estrés de un ritmo de vida en el que atender las obligaciones laborales, llevar los asuntos domésticos al día e incluso responder a las necesidades de terceros cuando se tienen hijos, pareja, etc.
Estas prácticas actúan como auténticos bálsamos, pero no están hechas para todos los públicos… Se da la circunstancia de que ya sea por tiempo (el yoga, por ejemplo, requiere parar totalmente la actividad y/o acudir a centros donde se practique) o porque no casan con nuestro estilo de vida (requieren un total compromiso y predisposición a su práctica), no siempre son la solución adecuada a nuestros problemas cotidianos, que más que aprender a resolverlos, debemos aprender a gestionarlos.
Es en esta esfera donde entra el concepto de mindfulness: una forma sencilla y eficaz de no sólo desconectar y dejar de lado el estrés, sino afrontarlo y aplicarlo a ámbitos como el laboral, donde la capacidad de respuestas es tan importante como la resolución ante los problemas.
En qué consiste el mindfulness
El concepto de mindfulness va muy ligado a otros cursos y prácticas como el coaching: aprender a gestionar emociones, controlar nuestras reacciones y afrontar cambios y retos como algo natural más que como un obstáculo o barrera.
Así, el mindfulness es el estado mediante el cual somos capaces de reaccionar ante estímulos que considerábamos negativos, convirtiéndolos de inmediato en actos positivos que podemos resolver, gestionar y aprender de ellos sin que nos supongan una carga o aumenten nuestros niveles de estrés.
¿Es el mindfulness sinónimo de meditación?
La meditación forma parte del ámbito de la filosofía mindfulness, pero no es necesariamente una práctica obligada o el todo de esta técnica emocional: los cursos de mindfulness van encaminados a no solo pararnos y descansar la mente, sino ir más allá y ser capaces al instante de reaccionar ante un estímulo de forma natural, no como si todo se tratara de un ataque.
Así, la filosofía mindfulness puede ir más allá de la práctica de pilates en casos como en los que en el trabajo debemos reaccionar ante un imprevisto al que no estamos acostumbrados: ahí no hay tiempo para poner la mente en blanco, pero sí para desplegar de forma natural los pensamientos positivos que plantean ese imprevisto como un reto más que como una amenaza a nuestra estabilidad.
Es ese estado de amenaza lo que causa el estrés y lo que se debe combatir mediante el aprendizaje de la filosofía mindfulness: cambiar en nuestro vocabulario la palabra crisis por la palabra oportunidad.
Vocabulario de la filosofía mindfulness
¿Y qué vocabulario debe formar parte de nuestro día a día para poner en práctica lo aprendido en un curso de mindfulness?
- Conciencia plena: es la traducción literal de mindfulness, y hace referencia más allá de lo descrito al estado, la actitud ante la cual mantenemos la mente abierta y dispuesta a actuar sin juicios de valor y sin que nos afecten otras circunstancias que nos lleven al bloqueo emocional.
- Asertividad: en muchas ocasiones, incluso cuando acudimos al pensamiento positivo, tememos el uso de la palabra “no”. Esta palabra no debe ser sinónimo de negatividad, sino un instrumento para bloquear lo que nos impide actuar con la mente abierta. Ser asertivos es ser capaces de decir “no” sin que ello sea un impedimento para mantener la situación bajo control y sin crear conflicto, razonando y negociando más que negando y bloqueándonos.
- Ladrones de tiempo: el mindfulness aplicado al ámbito laboral se enfrenta a lo que se hacen llamar “ladrones de tiempo”. Situaciones que nos sacan de nuestra zona de confort y que como resultan los imprevistos, las distracciones o las interrupciones requieren de gran determinación para que no detengan nuestra productividad o acaben por incomodarnos.
- Perspectivas: en mindfulness esta palabra siempre va en plural. Así, a la hora de aprenderlo no se trata de asimilar un único camino que nos lleve a la tranquilidad de tenerlo todo bajo control, sino de ser capaces de ver siempre varios caminos, varias salidas.
- Expectativas: la frustración es otro de los grandes enemigos del mindfulness y uno de los elementos a combatir en nuestro día a día. Por ello, debemos aprender a medir nuestro nivel de expectativas para que no sea demasiado elevado y nos cause malestar el no alcanzarlas, ni demasiado bajas como para que no obtengamos ningún aprendizaje una vez las completemos. En este sentido, el mindfulness actúa como la gran herramienta para obtener ese equilibrio de la mente necesario para la estabilidad emocional necesaria.